Hasta siempre Neón

No hay nada más difícil que decidir sobre la vida de otro.
Mil dudas te acechan, por un lado mantienes la esperanza e incluso ves signos de mejoría y por otro tienes claro que tu deber es evitar todo sufrimiento innecesario.

Tenía claro que el momento se acercaba: la edad, esa maldita neumonía que prácticamente te ha consumido en estos últimos meses, ya solo tenías ganas de estar tranquilo, pero aún venías a recostarte sobre mis piernas, aún mostrabas tu valentía y ganas de vivir.
Pero el miércoles todo cambió, tus ojos me miraron cansados, tu cuerpo se preparaba para liberar a tu alma y te volvía a costar llenar de oxígeno tus maltrechos pulmones; no podía permitir que pasaras tus últimos (quizá) días con esa horrible sensación, sabía que había llegado la hora.
Tú que siempre lo pasabas tan mal en todos los viajes en coche, ese día estuviste tranquilamente tumbado mientras te acariciaba, incluso buscabas el sol para sentir sus rayos en la cara.
Sabías que tocaba despedirse de este mundo y así, tranquilamente, te fuiste, en mis brazos.
Como siempre debería de ser.

Has dejado tu huella en mi alma, un arañazo que agrieta un poco más este corazón lleno de parches.
Aún no tengo palabras para expresar el vacío que has dejado, tampoco hay mucho más que pueda decirte, ya te lo dije todo, lo sabes todo.
Owen sigue llamándote y yo... Simplemente añoro esos enormes ojos verdes, sentirte apoyado en mi cuerpo, abrazarte y decirte lo maravilloso que eres.
Has sido un buen gato, cariñoso, dulce, divertido y fuerte como pocos.
Gracias por estos casi 8 años juntos, gracias por enseñarme tanto, gracias por seguir iluminando mi camino.
Te quiero mi osito.
Siempre.
Hasta que nos volvamos a encontrar.