El primer peludete que cambió mi vida, no fue un gato o un perro.
La primera en: convertir mi casa en un hogar, mostrarme lo que significa el amor incondicional, regalarme momentos que atesoraré por siempre y mil cosas más, fue una pequeña conejita gris, llamada Nicky.
Ella, me hizo descubrir un nuevo mundo, abrir los ojos a la cruel realidad que hasta entonces desconocía, la que me hizo pasar horas investigando, rechazar productos testados en animales, ropa fabricada con sus pieles y la que me dió el empujoncito que necesitaba para dejar de comer animales.
Tras ella llegaron: Pika, Popy y Andreíta, poco después Mau, Noe,... Fueron el germen de esta maravillosa locura y aunque ha pasado toda una vida desde entonces, siempre estaré agradecida, por tanto que me dieron.
Nicky, Andreíta y Pika
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