Ha sido un camino tan largo, tantas emociones, tantas vivencias en un solo año que parece increíble. Es como si hubiera pasado toda una vida, en lugar de doce meses.
Nunca olvidaré la emoción de ese día, cuando al fin dejaste que "papi" se acercara lo suficiente para acariciarte, cuando decidiste que podías confiar en él y seguirle hasta casa (guiado por trocitos de lata).
Estabas tan derrotado, que dormiste como un bebé durante días, eras un pequeño esqueleto atemorizado, desnutrido, deshidratado, con decenas de lesiones causadas por la leishmania, fibrosis pulmonar, una ligera cardiopatía... sin contar las heridas que más duelen, esas que no se ven.
Pero no hay nada que el amor no pueda sanar y tú eres buena muestra de ello.
Ahora eres un perro feliz, divertido, cariñoso y lleno de vida. Como debería haber sido siempre.
¡Por muchos años más, Buddy! ❤️
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