Con el ajetreo veterinario de ayer, se me pasó el aniversario de mis grandullones.
Aunque no son hermanos de camada, Páris y Lotus, vivían en una pequeña colonia, en los jardines un parking. Crecieron esquivando coches durante todo el día, hasta convertirse en los únicos supervivientes.
Aún no habían cumplido los seis meses cuando llegaron: aterrados, sin haber tenido apenas contacto con humanos.
Solo se tenían el uno al otro y su vínculo fue haciéndose más fuerte.
Páris, más jovencito y sociable, ayudaba a Lotus a ganar un poquito de confianza cada día y Lotus, protegía a Páris, como hermano pequeño que es.
Páris, el siamesito, a pesar de su timidez, tuvo varios interesados en adoptarle, pero ¿como separarles?
Por entonces, teníamos otros 40 gatos en casa, todos especiales e invisibles.
Como ellos.
Por suerte, enseguida se adaptaron a sus compis felinos, gracias a ellos empezaron a ganar confianza y disfrutar su nueva vida.
Paris enseguida empezó a mostrarse cariñoso, Lotus tardó casi un año en pedir su primera caricia.
Aún hoy, son unos gatitos tímidos y asustadizos, pero tremendamente dulces cuando se sienten seguros.
Ocho años después, su vínculo sigue siendo igual de fuerte.
Por muchos años más, preciosos míos ❤❤
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