A Keiko, la abandonaron en la colonia en agosto del año pasado, no tendría ni 4 meses y estaba tan asustada, que tardamos semanas en poder acariciarla; eso sí, a través de la verja, ya que (por suerte) no se atrevía a salir del patio donde la dejaron, al menos allí estaba más protegida. A base de churus, logré ganar su confianza y así poder atraparla "para castrar", aunque sabía perfectamente que no la retornaría a la colonia. Y menos, después de las complicaciones con la sutura de su castración. Se cumple un añito de aquel día y Keiko, es una locuela adorable, a la que adoran todos sus compis. Por muchos años más, mi chiquitilla preciosa. 🎉❤️
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